martes, 28 de abril de 2009

Tu Triste Historia

Tú la has visto, te ha pedido limosna, tú no se la has dado, la ves con asco, con desprecio y con hastío, ¿Porqué no trabaja señora?; ella no te responde, agacha la cabeza y solloza, tú la miras con rencor, su olor a orina concentrada te hace alejarte, ella te suplicó que le des una moneda que quizás tú tienes, pero, ¿porqué dársela?, ¡Se la daría si se la hubiera ganado!, piensas para ti, sientes rencor hacia ese ser que huye tu mirada, te ha hecho perder tiempo, llegarás tarde a la reunión con tus amigos.

Mientras caminas por las calles bajo el sol de la tarde, piensas en lo que harán ese día, quizá tomar un helado, quizá ir al cine; de repente recuerdas a esa anciana encorvada, de piel sucia, rugosa y desagradable, horrible, apestosa, no te sientes mal por ella, "¡Que la mantengan sus parientes!" te dices para tí mismo.

Llegas, es tarde, por pensar en tonterías te habías olvidado del camino, te confundiste de calle y acabaste dos cuadras mas allá, mientras caminabas dejaste de ver calles y personas, sin rostro para tí, son hormigas. En tus pensamientos no existe ninguno. Divagabas sobre esa mujer, quizás fuera madre de alguien, "¡No me importa!", dices para tí mismo, "Debo dejar de pensar en eso, estaré toda la tarde con mis amigos", la gente que te importa y a la que le importas, la gente que tiene rostro, para tí, para otros no, son solo aquellos, hormigas transparentes, como tú eres para los demás; sin saberlo.

Entras, saludas, te estaban esperando, ríes, te sientas, te olvidas de todas las hormigas, entre ustedes se preguntan qué haran, son personas pudientes, tienen el dinero que sus padres les dieron para deshacerse de ellos, son molestos para ellos, son errores, mala planeación, debieron haber pensado en las consecuencias, les dan dinero, no lo necesitan, los necesitan a ellos, sus padres.

Salen, se dirigen hacia el cine que está en el centro de la ciudad, caminan, tus amigos hablan, bromean, juegan, tú estás callado, caminas pensativo, para tí las calles están desiertas, están llenas a reventar, pero para tí sólo hay cinco personas: puedes ver a tres, se ríen, tú eres la cuarta, piensas, "Siento la Presencia de alguien que no veo", caminan bajo el fresco de las seis de la tarde, a paso lento, no hay prisa.

Más adelante miras una congregación de hormigas, la presencia de alguien más que tú y tus amigos se hace más fuerte, un extraño olor se mete en tus fosas nasales, horrible, ácido, se acercan, el olor se vuelve insoportable, pero sabes que ahí está una persona más, hormigas, hambrientas, rodean lo que queda, tirada está la quinta presencia, tus amigos hacen gestos horribles, se burlan, para tí son hormigas ahora, cayeron de tu gracia, ahí tirada, muerta, está esa anciana, a la que no ayudaste, piensas "El olor a descompuesto de esa vieja será peor que el normal", te alejas, tus amigos te han abandonado, te das cuenta que estás solo en este mundo, se te revuelve el estómago.

Sigues caminando, sin rumbo, más adelante, mucho, no sabes cuánto más adelante, perdiste la cuenta del tiempo hace muchos años, sólo piensas en esa anciana. Un día, en el que te sientes especialmente mal, el día de tu muerte, te caes, tus piernas fallaron, estás tirado en el piso, ahogándote con tu vómito, sientes hambre, mucha. En el último momento consciente que te queda; recuerdas que te acercaste a un joven antes esa tarde, le pediste que te ayudara, él, de mala gana, te preguntó "¿Porqué no trabaja señora?". tú sollozaste y te fuiste, sabías el destino de ese joven, porque tú eres ese joven.