domingo, 6 de septiembre de 2009

No sé por qué te odio

A CBE y EBE. Que no son las víctimas ni los personajes de este escrito.

Nota: Ésta es solo una creación literaria. No busca ofender ni promover el odio, la intolerancia ni mucho menos la violencia.

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La verdad es que no sé porqué te odio
No recuerdo qué me hiciste o qué me dijiste
con qué amigo o familiar mío te metiste.

No recuerdo si insultaste mi forma de vestir,
o de caminar, o de hablar o de pensar.

No recuerdo ni siquiera por qué te veía con odio,
porqué te seguía a pesar de tus malos tratos.

Recuerdo vagamente que cuando éramos niños,
quizás incluso inocentes, me faltaste al respeto,
no sé cómo ni porqué, no lo recuerdo,
la verdad es que no me importa,
me importa que me la pagues.

Abusaste de que no me defendía,
me humillaste y lloré por eso,
lloré y lloré, pero recordé tu cara,
recordé tus facciones y tus ojos,
tus reacciones y tus gustos.

No recuerdo qué hiciste, dejé de verte,
te temí, te evité, te maldije por lo bajo.

Te aborrecía, te aborrezco,
te odiaba, te odio,
no importa el porqué,
o el cómo, o el cuándo,
o quién además de ti,
lo que recuerdo es que fue memorable;
aunque eso no importa mucho hoy.
Lo que importa en verdad es,
que fuiste tú.

El tiempo pasa. El odio no.
Olvido los eventos y solo quedas,
en algún rincón de mi memoria.

Esperando. Pudriéndote.
Pero en imagen viva.

Tú no me olvidaste, te burlabas de mi recuerdo;
de tus bromas hacia mí, te reías de ese niño,
pequeño, estúpido, escuálido,
el clásico niño que no se defendía.

Años después te volví a ver,
no creciste, yo crecí,
no cambiaste, yo cambié,
ahora tú eres el escuálido,
aún te veo con odio,
pero ahora tú me ves con miedo,
ahora yo hago las bromas,
tú te ahogas en bilis,
estás frustrado, jodido.

Te volviste un maricón,
un cerdo narcisista,
te ves al espejo todo el día,
vistes marcas y las presumes,
te ufanas de una belleza inexistente,
temeroso, no tienes a nadie,
te escondes bajo ropa fina,
tus amigos te olvidaron,
no tienes padre,
eres un capricho pasajero de tu madre,
que a falta de pareja,
compró semen en algún lugar desconocido,
y aquí estás tú, de pié, huyendo de mí.

Y te invito a saldar cuentas,
y huyes, corres al regazo de tu madre,
hoy tú lloras, yo me río,
eres patético.

Y te vuelvo a dejar de ver,
incluso olvido tus facciones,
casi por completo,
solo hay un recuerdo de risa,
de un joto de ojos verdes,
que huyó cuando le tocaba la revancha.

Pasa más tiempo y no te reconozco,
en un cine, no me reconoces,
espero, empieza la función,
un amigo saluda a la muchacha que te acompaña,
tú me ves, me recuerdas y cambias de fila.

Él, el que viene conmigo,
él recuerda tu historia.

Y me pregunta:
"¿No es ese el maricón con el que te peleaste?"
Y respondo:
"¿Cuál?, ¿El que está en aquella fila?"
"Sí, ése, acuérdate, se salió de la secundaria,
nadie lo quería. Era un pinche mayate."
"Sí, es él."

Empieza la función, película de terror,
Gritas, pataleas, no puedo creerlo,
brincas en tu asiento.

Entonces recuerdo una profunda aversión,
hacia ti y lo que representas.
La recuerdo y la siento, ahora.

Planeamos en silencio,
durante el resto de la función.
Decidimos.

Termina la función,
sales casi corriendo del cine,
de la plaza, porque sabes que te toca,
hoy no hay profesores, ni policías,
en la calle oscura, aquí estás solo.

Te seguimos, te pegas a tu compañera,
sabes que no te haré nada,
porque estás acompañado de una mujer,
de una conocida de mi amigo.

Te perdonamos ésta,
pero sabes dentro de ti,
que no estarás acompañado,
siempre, por una mujer, o por tu madre.

Él no te iba ni siquiera a tocar,
solo me acompañaba,
aquí es duelo de dos,
a puño limpio, sin amigos,
sin madres ni padres,
ni profesores ni policías.

Pinche sacón.

Yo tengo honor, tú no;
Yo tengo palabra, tú no;
Yo tengo agallas, tú no.

No te preocupes, llegará el momento,
me la vas a pagar.

Ya no te temo.

Y aunque no recuerdo lo que me hiciste,
no recuerdo cómo me insultaste,
sólo sé que es memorable.

Sólo recuerdo que fuiste tú.
No sé porqué te odio,
solo que te odio.

Y me toca mi venganza.

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Ésta va para mi querido amigo Julio.
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Escrito en honor a Memo, a Tona, a Ana, a Lugaru, e incluso a María.
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sábado, 16 de mayo de 2009

Sobre una explosión gamma

¿Qué es eso en el firmamento?
¿Es Dios? ¿Es el Mesías? ¿El Prometido?
Las Antiguas Profecías se cumplen, ¿se cumplen?
Del Cielo descienden lenguas de fuego,
lamen la atmósfera, queman el aire,
llueven llamas, caen a la tierra con ligereza,
consumen todo lo que tocan, arden las casas,
olor a cuerno quemado, carne se incinera,
esqueletos carbonizados en las calles,
las piedras se derriten, la tierra hierve,
los lagos se evaporan, los peces se han cocinado vivos,
los bosques se convierten en desiertos cenizos,
la vida agoniza, el humano tambalea, cae muerto,
disturbios, peleas, caos y desolación.
Eso no es Dios, ¿qué puede ser?,
el agujero del cielo se agranda, la atmósfera se consumió,
el vació absorbe lo que queda de las ciudades,
ya no salen llamas, pero nadie hay ya para verlo,
la fría oscuridad del espacio, el calor de la tierra al rojo vivo;
todos fueron desintegrados, la vida en el planeta acabó,
las antiguas profecías se cumplieron,
lógicas y razonables, pero olvidadas,
vino el Dios fúrico, se presentó como una explosión gamma,
los humanos culparon a sus pecados, pero ninguna culpa tenían;
creado a imagen y semejanza del hombre, vino Dios, y su odio,
incontenible, imaginario, inexistente, acabó con su creación,
que también es su creador, su razón de existir.

martes, 28 de abril de 2009

Tu Triste Historia

Tú la has visto, te ha pedido limosna, tú no se la has dado, la ves con asco, con desprecio y con hastío, ¿Porqué no trabaja señora?; ella no te responde, agacha la cabeza y solloza, tú la miras con rencor, su olor a orina concentrada te hace alejarte, ella te suplicó que le des una moneda que quizás tú tienes, pero, ¿porqué dársela?, ¡Se la daría si se la hubiera ganado!, piensas para ti, sientes rencor hacia ese ser que huye tu mirada, te ha hecho perder tiempo, llegarás tarde a la reunión con tus amigos.

Mientras caminas por las calles bajo el sol de la tarde, piensas en lo que harán ese día, quizá tomar un helado, quizá ir al cine; de repente recuerdas a esa anciana encorvada, de piel sucia, rugosa y desagradable, horrible, apestosa, no te sientes mal por ella, "¡Que la mantengan sus parientes!" te dices para tí mismo.

Llegas, es tarde, por pensar en tonterías te habías olvidado del camino, te confundiste de calle y acabaste dos cuadras mas allá, mientras caminabas dejaste de ver calles y personas, sin rostro para tí, son hormigas. En tus pensamientos no existe ninguno. Divagabas sobre esa mujer, quizás fuera madre de alguien, "¡No me importa!", dices para tí mismo, "Debo dejar de pensar en eso, estaré toda la tarde con mis amigos", la gente que te importa y a la que le importas, la gente que tiene rostro, para tí, para otros no, son solo aquellos, hormigas transparentes, como tú eres para los demás; sin saberlo.

Entras, saludas, te estaban esperando, ríes, te sientas, te olvidas de todas las hormigas, entre ustedes se preguntan qué haran, son personas pudientes, tienen el dinero que sus padres les dieron para deshacerse de ellos, son molestos para ellos, son errores, mala planeación, debieron haber pensado en las consecuencias, les dan dinero, no lo necesitan, los necesitan a ellos, sus padres.

Salen, se dirigen hacia el cine que está en el centro de la ciudad, caminan, tus amigos hablan, bromean, juegan, tú estás callado, caminas pensativo, para tí las calles están desiertas, están llenas a reventar, pero para tí sólo hay cinco personas: puedes ver a tres, se ríen, tú eres la cuarta, piensas, "Siento la Presencia de alguien que no veo", caminan bajo el fresco de las seis de la tarde, a paso lento, no hay prisa.

Más adelante miras una congregación de hormigas, la presencia de alguien más que tú y tus amigos se hace más fuerte, un extraño olor se mete en tus fosas nasales, horrible, ácido, se acercan, el olor se vuelve insoportable, pero sabes que ahí está una persona más, hormigas, hambrientas, rodean lo que queda, tirada está la quinta presencia, tus amigos hacen gestos horribles, se burlan, para tí son hormigas ahora, cayeron de tu gracia, ahí tirada, muerta, está esa anciana, a la que no ayudaste, piensas "El olor a descompuesto de esa vieja será peor que el normal", te alejas, tus amigos te han abandonado, te das cuenta que estás solo en este mundo, se te revuelve el estómago.

Sigues caminando, sin rumbo, más adelante, mucho, no sabes cuánto más adelante, perdiste la cuenta del tiempo hace muchos años, sólo piensas en esa anciana. Un día, en el que te sientes especialmente mal, el día de tu muerte, te caes, tus piernas fallaron, estás tirado en el piso, ahogándote con tu vómito, sientes hambre, mucha. En el último momento consciente que te queda; recuerdas que te acercaste a un joven antes esa tarde, le pediste que te ayudara, él, de mala gana, te preguntó "¿Porqué no trabaja señora?". tú sollozaste y te fuiste, sabías el destino de ese joven, porque tú eres ese joven.

martes, 21 de abril de 2009

Tu Sangre en la Pared

Él se sintió extraño cuando sus manos soltaron el vidrio, en ese pequeño departamento de tapiz caído y alfombras raídas, ahora sucias de sangre; él, después de reflexionarlo, encajó un pequeño trozo de vidrio en el lado izquierdo del cuello de su antes querida mujer mientras dormía, o aparentaba dormir, la verdad fue que no le importó; y casi sin esfuerzo, arrastró esta navaja hasta el derecho, cuando un olor extraño comenzó a llenar el lugar, se dio cuenta de que realmente lo acababa de hacer. No sintió remordimiento, pues pensaba que su esposa era inútil, pues no supo nunca cocinar, planchar, lavar o cualquier otra cosa que una ama de casa realizaba normalmente, y sin importar lo que ella pudo llegar a haber sido, ella era una pésima mujer, estaba cansado, así que se acomodó y durmió tranquilamente un rato.

Unas cuántas horas antes había llegado casi muerto de cansancio a su departamento; molido por dos turnos de un trabajo inestable, sin futuro, a nadie se lo había dicho, pero sabía que estaba gastando más de lo que ganaba, ella no le sirvió nada de comer, pues no había preparado nada; había estado todo el día viendo programas vacíos de personas ajenas a su realidad en la pequeña televisión del departamento; él se sirvió un café frío y amargo y comenzó a pensar.

Después de meditarlo mucho se dio cuenta de que la razón por la que estaba a punto de quebrar era que arrastraba un peso muerto, un lastre, un ancla, esa mujer que dormitaba en el otro lado de la cama del departamento no era la que él había conocido; bella, lista, trabajadora, con un futuro próspero asegurado casi en cualquier lugar; se había convertido en una rara masa fea, tonta, floja, gorda, desagradable y deslilus

Ni siquiera podría llegar a servir de puta, pues hacía tiempo que se había convertido en una especie curiosa de oso, le había crecido pelo en muchos lugares antes estéticamente lampiños, habían aumentado de volumen su abdomen y caderas, dándole un aspecto horrible; sus ojos de ser verdes se volvieron negros, ni siquiera el sol de mediodía arrancaba un poco de vida de esos ojos estériles, vacíos y amorfos.

Se dio cuenta que esa mujer a la que antes había confiado tantos secretos, con la que compartió tantas tardes de amor y gloria, ahora no era nada más que la razón por la que no podía aspirar a una mejor vida, pues ella destruía todos sus sueños e ilusiones, los tiraba por tierra enérgicamente argumentando que eso no los sacaría de su problema, y gastaba como si pudieran permitírselos.

Estuvo pensando casi toda la noche, y antes de ir a acostarse al catre desvencijado que estaba en aquel departamento, se dirigió al baño, rompió el espejo silenciosamente, para tratar de no despertar a aquel ser que habitaba del otro lado del universo, pero al mismo tiempo junto a él en la penumbra.

Se acostó junto a ella, se volteó para quedar de frente a su espalda, pues la frente de ella daba contra la pared de tapiz viejo del cuarto, y lentamente deslizó una mano bajo la almohada que nunca fue capaz de compartir con él, rápidamente, pero sin despertarla le cerró la boca con la mano, antes de levantar la esquirla, y con la precisión de un cirujano, cortó a ciegas limpiamente el cuello, la garganta, las venas, las arterias.

Ella lo sintió en sueños, pero ni si quiera intentó gritar, no hubiera servido, pues sangre entraba dentro de sus pulmones de una manera veloz, murió al darse cuenta que por la rapidez con que hizo él el corte, había salpicado una microscópica mancha roja en la pared sucia, y se preguntó por qué no había hecho algo mejor con su vida, en lugar de haberse escapado con ese hombre que la había matado. No pudo exhalar su último suspiro, pues el corte era tan profundo que su boca ya no tenía conexión alguna con sus pulmones.

Al sentir su sangre correr por su manga, retiró el brazo, se volteó de la cama, y durmió plácidamente un rato, a la mañana siguiente se despertó, se levantó, y al entrar en el baño, recordó todo al ver que al espejo roto le faltaba una esquirla, la buscó, la encontró del lado del catre donde yacía su esposa, quien emitía una insoportable psete ferrosa, la recogió y cruzó la habitación, pero al voltearse para ver el cuerpo de aquello, vio que en la pared estaba raspado con un corte fino la frase, "Sangre ensució esta pared, será la tuya la que la limpiará", él no se inmutó, se vistió para su trabajo en la oficina y salió, para nunca más volver.

¡Qué fino era el tallado, parecía el de una esquirla de vidrio!